Hasta este año 2008, son las únicas pistas sobrevivientes en la zona del Área Metropolitana. La primera, para la Aviación General y la segunda para la Aviación Militar.
Escrito por Patricio Borlone en el Observatodo.
Si se decide cerrar el aeródromo de Tobalaba en forma espontánea y familiar como se hizo con Los Cerrillos, sin tener antes otro campo aéreo proyectado y visado por las autoridades que ejercen la potestad aeronáutica en el país, se producirá un indiscutible caos con la aviación civil y los distintos servicios aéreos que se prestan a la ciudad. Sólo la posibilidad de que el único aeropuerto internacional -Arturo Merino Benítez (AMB)- pueda hacerse cargo de la gran cantidad de aeronaves de la aviación general que necesita llegar y salir de Santiago, creará un trastorno en los servicios de control de tránsito aéreo, que podría señalarse como arriesgado y audaz. Técnica y potencialmente podría ser realizable, pero se caería en el impensado conflicto de manejar una gran cantidad de tránsito aéreo liviano de baja velocidad (250 operaciones diarias de Tobalaba) mezclado con tipos de aeronaves comerciales de estructura ancha, considerada pesada (Heavy), que vuelan a velocidades superiores y son menos manejables a baja altura, como sería volar en las cercanías de ese aeropuerto internacional; lo que a la larga, facilitaría la posibilidad de que los vuelos comerciales sostuvieran retrasos de improviso y posibles esperas a altitudes bajas, donde el consumo de combustibles es mayor. Podría desprenderse de allí que las compañías aéreas reclamarían de estas situaciones, lo que perjudicaría la excelente labor que ha venido realizando el aeropuerto Arturo Merino Benítez, considerado uno de los mejores en Sudamérica, sobre todo por el inestimable servicio de control de tránsito aéreo que presta. Si aún no se encuentra un lugar determinado y adecuado para reemplazar al desaparecido aeródromo Los Cerrillos, Tobalaba deberá esperar por mucho tiempo más para ubicar uno, ya que en Buin o El Monte existe la natural oposición de sus habitantes. Por otro lado, la Base Aérea El Bosque, en el sector sur de Santiago, podría concurrir con la misma situación que Tobalaba –incluyendo algunos accidentes de aviones de instrucción que han caído en poblaciones aledañas- ya que se encuentra rodeada de construcciones habitacionales. En este caso, los diferentes conos de seguridad que parten desde el mismo borde de la pista, en ángulos que se proyectan invisiblemente hasta varios kilómetros de allí y que existen para evitar se edifiquen inmuebles que sobrepasen la altura de aquellas superficies limitadoras de obstáculos alrededor de los aeródromos, tampoco han sido previstos, el documento de la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC) DAR 14, Parte V, es explícito en ese sentido. Cabe destacar que durante la búsqueda de terrenos y espacios adecuados para emplazar un nuevo aeropuerto internacional para Santiago –entre 1960 y 1963- se ubicaron varios sitios que postulaban para el emplazamiento del mencionado campo aéreo internacional; entre ellos, una localidad cercana a Santo Domingo, en la costa, a alrededor de 100 kilómetros de Santiago. Aparentemente, la distancia y la actitud de los residentes de la zona jugaron en contra de aquella postulación. Pero allí, aún existe un lugar ideal para un emplazamiento mayor. ¿Entonces, dónde se trasladaría el aeródromo El Bosque con sus dos Escuelas, tanto de Aviación como la de Especialidades, si se aplicara el mismo procedimiento del aeródromo Tobalaba o Eulogio Sánchez? Son inquietudes que pronto entrarán a la palestra, y no es broma. ¿Podría ser Quintero, restaurado o el futuro aeropuerto en Tongoy, antes de 2012? Sólo el tiempo y los mandos superiores de la Fuerza Aérea de Chile lo dirán.
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